lunes, 15 de diciembre de 2008

y luego de editar...

Parte 1 (INTRODUCIÓN)





Parte 2 (TEATRO UIS, ARTISTAS PLÁSTICOS Y CUENTEROS)





Parte 3 (EL RAP ANDREI)





Parte 4 (DANZA CONTEMPORÁNEA)





Parte 5 (ICOTEA)



Gracias a Willi Jhons

martes, 18 de noviembre de 2008

Finalmente NOS TOMAMOS EL CENTENARIO!!!!



El parque siguió siendo parque... espacio público de encuentro. Estubo abierto para todos y la entrada solo fué supeditada por el deseo de escuchar y compartir...



Los Primeros en llegar fueron los integrantes de Teatro UIS, quienes disgregados por todo el lugar en pequeños grupos, hicieron gala de su talento asumiendo roles que hablaban del parque en sus diferentes etapas.


Inicialmente una pareja de personajes, un Arquitecto y una Antropóloga, sorprendieron a los desprevenidos transeúntes con una discusión bastante acalorada acerca de la existencia del sapo, en la que terminó vinculándose la gente del sector, unos en pro y otros en contra, con comentarios bien particulares y bastante ingeniosos, hasta el punto de robarse el show casi por completo.



Adicionalmente, había policía secreta adelantando una investigación respecto a la ubicación de sapo robado y un trío de personajes, un pregonero, una mujer y su “hijo bobo”, en campaña para recuperarlo.

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Junto al Teatro Santander un par de personajes invitaban a la zarzuela “La Flor del Café”, a realizarse el 15 de Nov de 1940, otro trío de empresarios salieron a la caza de firmas para convertir el parque en un centro comercial gigantesco consiguiendo gran cantidad de firmas y apoyo incondicional, mientras el parque iba tomando un todo peculiar y las sonrisas comenzaron a filtrarse entre los viejos que se sentaron a hablar de la vieja data.


Posteriormente llegó el grupo de cuenteros compuesto por Jhon Ardila, quien hizo narraciones árabes, recordando la influencia que tuvieron en la conformación del parque a principios de siglo; Mauricio Muñoz, con narraciones anecdóticas del Parque; Jorge Andrés Meneses (alias Memin), también con narraciones anecdóticas del parque, pero en la época de Sanandresito; y ya caída la tarde, llegó Joaquín con historias de pandillas en el sector.




Pese a estar fuera de la ciudad este día, Jorge Torres, artista local, dejó su granito de arena con un texto pegado en la base de la estatua del expresidente Santandereano y una serie de textos que fueron leídos por los narradores invitados y el público asistente.



Una vez el sol se escondió por completo, nos transaladamos al domo cargado de luces y vivo nuevamente, donde hizo su aparición el Círculo de Aprendisaje Centrarte.



Este grupo de niños del sector que trabaja desde la Corporación Consentidos y en asocio con Funtracep, jugó, brincó y bailó para el público asistente en una presentación que hablaba de la cultura propia del lugar mientras mostraban parte del proceso que adelantan como complemento de su Básica Primaria.


Ya entrados en calor apareció Andrei, un rapero de la zona que a ritmo de regatón y acompañado por la batería y bajo de Icotea elevó su voz, su historia y a su gente; a él se unieron dos chicos más que completaron la orquesta e incluso apagaron el sonido de fondo con para hacer ellos mismos la pista de fondo a historias cantadas que hablan de su cotidianidad y la realidad social en la que viven.



Mientras tanto, el grupo de Danza Contemporánea UIS inicia su repertorio recorriendo algunos caminos del parque desde el centro hacia la cúpula y cierra con un trabajo de calle que cuenta hacerca de las relaciones que se establecen en las tabernas.




Posteriormente, y gracias al maestro Edson Velandia, el envento contó con la proyección de un par de videos de Cabuya que fueron filmados en el parque tiempo atrás, ofreciendo un registro visual del espacio, al tiempo que expuso una propuesta que mezcla música tradicional colombiana con rumba y rock.




Mientras la atención estaba centrada en danza y música bajo la cúpula, Jaula Abierta comenzó a serpentear entre el público, haciendo líneas de cal que conectaban el parque y sus ocupantes, con el teatro Santander, incitando a una reflexión frente la marginalidad que representa dicho elemento.




Finalmente y para cerrar con broche de oro se presentó ICOTEA, un grupo santandereano que lleva varios años de trabajo experimentando con rock combinado con diferentes sonidos y géneros, en una propuesta urbana y multimedia que explora el mundo, la naturaleza, el universo y su tierra natal.




La cuota de ingreso al parque se estableció en un papel donde se pedía a los asistentes que dejaran algo al parque. Para su recolección un grupo de voluntarios, niños del sector y habitantes de calle, recorrieron el lugar con papelería diseñada par a tal fin; sticker, lapiceros y marcadores, poemas, cuentos, anécdotas, peticiones y regaños, hablaron del proyecto y sus alcances no solo en el parque el día de la toma, siguieron hablando cada vez que alguien revisa las carpetas recogidas.



Así culminó este recorrido por la memoria, donde la participación e intercambio en la toma dio lugar a que el público interactuara con artistas e invitados, a que se rompieran barreras y desvirtuaran diferencias, a elevar una voz de protesta y de júbilo que por medio de textos y dibujos dejados por los asistentes, a que el fragmento de la ciudad que vivió el espacio bajo esta nueva dinámica saliera con banderas de arte y cultura a luchar y vivir una ciudad más incluyente, más amable… más humana.








jueves, 13 de noviembre de 2008

Toma del centenario

El Parque Centenario se convertirá este sábado 15 de noviembre, en un lugar para el diálogo, la cultura y la memoria…

Quien decida asistir, se encontrará con un espacio renovado, ya no por cambios en su estructura física, sino por la ocupación del espacio, por la dispersión de nostalgias ausencias, presencias y esencias…

El parque se ha de llenar con gente conocedora del espacio y la memoria, con personajes narrando su propia historia, con juegos e intercambios, con artistas y espectáculos… con vida y alma de colectividad, de ciudad...

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Música

La Toma del Centenario, contará con la participación de:

Icotea

EL Rap de Andrei

Danza

La Toma del Centenario, contará con la participación de:


Danza Contemporánea UIS

Hip Hop del centro

Teatro

La Toma del Centenario, contará con la participación de:



Jaula Abierta

Teatro UIS

Centrarte
en asocio con la Corporación Consentidos y Funtraceb

Artistas Plásticos

La Toma del Centenario, contará con la participación de:
Erika Uribe
Julio Álvarez
Jorge Torres
Participa solo en alma, su cuerpo anda de viaje
Silvia Zarmiento

Cuenteros

La Toma del Centenario, contará con la participación de:

Colectivo de Narración Oral "El Taller"

Jhon Ardila

Jorge Andrés Meneses (Memín)

Juan Carlos Posada

Mauricio muñoz

Victor Hugo Niño (Bombillo)
Participa solo en alma, su cuerpo está atado a un escritorio en Bogotá

sábado, 1 de noviembre de 2008

Rojo

Ayer me senté a contar los pistilos de un carbonero rojo con Nancy, pero no terminé. Cuando llegaba por ahí al doscientos treinta y cuatro, el sonido de un cañón se me introdujo en el oído, me hizo perder la cuenta y se quedó un largo tiempo resonando como una campanada en mi cabeza, como el fastidioso sonido de un mosquito, pero multiplicado por mil. Pero nadie había disparado nada, sólo nos encontrábamos ella, el vendedor de chicharrón del parque Centenario y yo. Entonces, al revivir la imagen de Cristian de pie al borde del abismo y su posterior discurso en medio de la noche me dieron ganas de llorar, porque a veces eso es lo único que queda.
Hacía como dos mese habíamos ido a acampar al Salto del Duende, con unas cuantas cobijas viejas, tres botellas de Vino Moscatel, dos amigos, Nancy y las primas Serrano. Esa noche en el duende Cristián estaba muy borracho, y lo malo de eso, es que uno puede perderle el respeto a las alturas y terminar en el fondo del abismo. Los otros pelaos estaban entretenidos con las primas Serrano, mientras Nancy y yo tratábamos de convencer a Cristian de acostarse a dormir. Le habíamos preparado una cama entre los matorrales con las cobijas, queríamos que se durmiera, porque ya estaba demasiado cansón, cuando de golpe salió corriendo y de un solo salto quedó de pie, un poco tambaleando, pero de pie al borde del abismo, en la piedra del rey león como le decíamos. Era casi medianoche y aunque la luna no iluminaba más que unas cuantas latas de zinc en el fondo del cañón, aun así se podía sentir la inmensidad del vacío de más de doscientos treinta y cuatro metros, el viento se levantaba desde el fondo del salto, trayendo con él, el olor a mierda de cerdo y gallina de los galpones que hay por esos lados. En seguida Cristian colocó su mano en el pecho y comenzó a gritar monosílabos y luego, palabras y con ellas se despedía.
“Chao, chao, ¡se acabó!
Ya no habrá más dolor en la vida de este bueno para nada.
Los hombres y las mujeres de bien, dejarán de verme como un perdedor, porque en un mes me voy. Los campos de ganado del norte me esperan, y volveré.
Con plata… ¡Que hijueputas!
Y usted Pedro es un cobarde, gallina, huele a mierda, como la mierda de éstos galpones”
Entonces abracé a Nancy y cerré los ojos esperando abrirlos y no encontrar a Cristian, mientras tanto él, tambaleándose y solo sosteniéndose en el viento, cayó de frente sobre nosotros. Gran marica- le dije-, si se quiere matar, hágalo solo. A la mañana siguiente el guayabo casi no lo dejaba caminar y terminamos cargándolo entre todos, unas veces los pelaos y otras veces Nancy y yo.
Después de eso me pregunto si soy un cobarde, y a Nancy también le pregunto, y ella no me responde, tan solo me dice que no, que eso solo eran las palabras de un borracho, y que en el fondo él no quería decir eso, sin embargo yo se que Cristian tiene razón.
Como una semana después nos encontramos de nuevo en el parque, Nancy estaba comprando un mango biche con sal frente al antiguo teatro Santander, cuando Cristián y los dos pelaos llegaron con morral al hombro, se iban para el norte a trabajar con unos ganaderos, mientras Cristian contaba los por menores del nuevo trabajo; y la buena paga que iría a recibir por arriar ganado, Nancy llegó con los tres mangos finamente picados y sazonados con sal, limón y pimienta. Los repartimos entre todos y seguimos hablando del viaje, de nuevo él me trató de convencer para ir con ellos, pero todos sabían muy bien que yo no iba a dejar a Nancy, entonces la tomé de la mano y decidimos irnos por entre los carboneros, derrotados como los cobardes que somos, esos que prefieren la tranquila sombra de un árbol de flores de mil pistilos rojos en el parque centenario, a una vida de dicha en el norte.
Ayer en la tarde estaba esperando que Nancy saliera del colegio, mientras tanto recorrí el parque buscando dónde comprar un paquete de papas o algo así, pero no las encontré. A cambio encontré un titular en un periódico rojo como los pistilos del carbonero, que decía: “Encontrados Muertos tres jóvenes en una fosa común a doscientos treinta y cuatro kilómetros al norte de Bucaramanga”. En seguida llegó ella, le di un beso tembloroso y con rabia, luego nos sentamos en el prado y comenzamos a contar los pistilos de una flor de carbonero rojo.
FinBogotá; 27 octubre 2008.

Texto de ficción, creado por Victor Hugo Niño (Bombillo) a partir de la noticia http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=677742

domingo, 26 de octubre de 2008

Café Centenario: Uno más de esos viejos olvidados por la ciudad bonita

Por: Dora Inés Cortés García

Está ahí, silencioso y viejo, su rostro ya no tiene el brillo de la juventud y las muchachas bonitas ya no vienen a visitarlo. Se ha hecho inútil como muchos de los que llegan a su edad y al igual que sus contemporáneos tiene cientos de historias que contar, pero no hay nadie que quiera escucharlas. Ya ni siquiera puede oír la música de su época porque ésta fue reemplazada por otros ritmos, algunos para él incomprensibles y de estridente sonido.
Sólo vive amparado con la evocación de sus años mozos cuando todos lo miraban con agrado y respeto, pues ahora que tiene el olor del queso rancio y que ya casi no puede sostenerse en pie, varios de los que fueron sus amigos pasan de largo o lo miran de reojo cual si fuera un espectro al que tienen que evitar porque les recuerda que pronto, al igual que él, serán una más de las tantas figuras caducas a las que se abandona en el asilo del olvido porque irremediablemente algún día dejaron de ser útiles.
Situado frente al parque Centenario y bautizado con el mismo nombre reposa un antiguo edificio pintado de blanco y gris que en sus tiempos de gloria acogió a numerosos bumangueses, que habían escogido aquel sitio como punto de encuentro para charlar, tomar un café, jugarse un “chico” de billar o bailar al son de los ritmos de ese entonces. El café Centenario es quizás uno de los lugares más representativos de la ciudad antigua. Desde sus ventanas de madera él vio como la joven nacida, mucho tiempo atrás - un veintidós de diciembre -, creció y se llenó de progreso hasta llegar a convertirse en la señora Bucaramanga.
Eran los años en que el sector del parque Centenario acogía gran parte de la actividad comercial en la capital santandereana. “Cuando eso Copetran quedaba en la esquina y todo el mundo llegaba aquí”. Cuenta Pablo Emilio Pinzón un hombre mayor que se ocupa de cuidar carros ajenos mientras charla con los lustradores y vendedores de golosinas del lugar.
El café abría sus puertas desde muy temprano, pues era común que los conductores de Berlinas, Copetrán, Pómeca (ahora la empresa de transportes Omega) llegaran, después de cumplir con un itinerario de viaje, con ganas de tomarse un tinto y compartir las experiencias vividas junto a sus compañeros de labores.
En sus orígenes remotos el edificio donde se encuentra ubicado el Café tenía por función ser un depósito dividido en bodegas que estaban destinadas a recibir carga y de paso a los coteros que después de la jornada se quedaban a dormir allí. Más adelante, con la inauguración del Café Centenario, el segundo piso pasó a ser el desván donde se guardaban los tacos de billar, las escobas, traperos y los diversos implementos y enseres que fueran necesarios para el mantenimiento y limpieza del primer piso en el cual funcionaba el memorial negocio.
Algunos de quienes frecuentaban el café Centenario se ubicaban cerca de las mesas de billar a observar a los diestros jugadores que hacían apuestas en el juego con el ánimo de ganarse un petaco de cerveza o lo que hubieran acordado previamente. Otros organizaban partidas de dominó o naipe y hasta parqués; y unos cuantos aprovechaban para conquistar a las meseras que contoneaban sus caderas alrededor de la concurrida clientela.
Otro de los antiguos visitantes del café Centenario es Rafael Mantilla Garavito quien desde hace 45 años dice conocer esta vetusta construcción. “El Centenario fue un café representante de Bucaramanga” dice el viejo y golpea el bastón contra el piso como si su intención no fuera sólo la de rememorar momentos pasados sino expresar su inconformidad por la suerte que ha corrido el derruido establecimiento.
A Rafael lo acompaña Alejandro Gómez, un amigo con el que se encuentra habitualmente en una tienda cercana al parque. Al igual que Rafael, él también recuerda el Café como un sitio en el que gozó al ritmo de merengue, guaracha y cumbia. “El día sábado había grupos musicales para que la gente tuviera reuniones sanas” dice, en tanto que otros de quienes suelen congregarse en el establecimiento agregan a lo lejos: “sí… eso traían orquestas de Bucaramanga: los satélites, los psicodélicos... “.
Algunas veces el repertorio cambiaba: “Había unos que se ponían a cantar guabinas y por allá de Vélez llegaban muchos guitarristas a cantar”, agrega Pablo Emilio Pinzón remontándose a los años en que era conductor y manejaba vehículos con carrocería de madera y lámina, que eran los que por ese entonces recorrían los caminos del territorio nacional.
Para José Ignacio Bermejo, quien era operador de máquina de los ferrocarriles, el Café era el espacio propicio para cerrar tratos comerciales: “ahí se hablaba de trabajo y de negocios: ¿qué va a hacer va a comprar casa o qué?...” De igual forma se servía cerveza, aguardiente o cualquier licor que el cliente estuviera dispuesto a pagar.
Entre los años cuarenta y cincuenta, época dorada del Café la música que ponía en movimiento a los jóvenes de entonces era la de la Billos Caracas Boys con el protagonismo de Felipe Pirela, también figuraba la sonora Matancera y la voz de Daniel Santos. Para los más bohemios estaban en boga las rancheras de Pedro Infante y Jorge Negrete y los sentidos boleros del trío los Panchos, melodías que se ponían a girar y que sonaban constantes hasta el amanecer.
“El Café era de Vicente Díaz, luego pasó a ser de Calixto Díaz y hace poco se le entregó a Helman Díaz, hijo del difunto Calixto Díaz” Dice Roso Delgado un lustrador del Centenario al que la vejez le robó el oído, pero no pudo quitarle la memoria en la que guarda celosamente fechas, nombres y momentos importantes que en algún instante construyeron la tradición histórica de la ciudad.
José Pinzón conoce muy bien como era el movimiento del negocio, pues hace aproximadamente 18 años trabajó en la sección que los administradores habían destinado para los billares. “Eso todos los días permanecía lleno, pero el mejor día eran los viernes y los sábados”.
Para muchos, el Café Centenario es el más antiguo de Bucaramanga y así mismo fue testigo de épocas que marcaron un rompimiento en la historia del país. “Por circunstancias políticas, cuando la violencia, el Café fue atacado y rotas todas las partes donde están los billares, todos los billares los volvieron nada”. Dice Rafael quien recuerda cómo en aquel inolvidable nueve de abril una muchedumbre incontrolada destruyó y sembró el caos en la ciudad de los parques.
Según cuenta Roso Delgado fue durante el gobierno de Jaime Nova y Humberto Ciro Valdivieso, alcalde y gobernador de la ciudad respectivamente, cuando el parque Centenario se tomó en arriendo para el Sanandrecito, y por ende, la dinámica comercial que se dio en ese sector aumentó la productividad de los locales que rodeaban el parque. Para el Café Centenario también fue un buen periodo, pues muchos de los comerciantes acudían a desayunar con los amasijos que estaban expuestos para la venta en una de las vitrinas del célebre local.
El paso del tiempo y las circunstancias que antes lo habían favorecido contribuyeron al deterioro del lugar. Rafael cuenta que fue cerrado muchas veces, pero que imbatible volvió a abrir sus puertas. No obstante, algunos dicen que la apertura de nuevos establecimientos con la misma razón social que se instalaron en la zona lo llevó al fracaso. “Cuando cambiaron los dueños cambió el sistema de atención y por haber más cafés con billares decayó la actividad”. Comenta Alejandro quien ya no recomienda visitar el sitio porque como él mismo menciona: “la clientela es otra”.
Poco a poco el Centenario y su emblemático Café se quedaron solos, las empresas transportadoras que empezaron a tener reconocimiento nacional se expandieron por toda la ciudad. De Igual forma, durante el gobierno de Plinio Silva el Sanandrecito se trasladó a la carrera quince y para el Café Centenario no fueron suficientes la pintura y el retoque de la fachada pues como el parque, también él se quedó solitario en una zona que hoy muchos consideran como peligrosa sin recordar que antaño era tan tranquila que las parejas y caminantes podían recorrerla en la madrugada sin temor alguno.
Ya las grietas, la humedad y las telarañas decoran el lugar. Aún se conserva la alta y arcaica greca alemana y también quedan algunos vestigios de la tarima en la que tantas noches se encendieron con buena música los ánimos de los asistentes. El techo de teja de barro y caña esta desvencijado y el gran letrero que en otra época le dio estatus y éxito fue reemplazado por uno circular que se halla colgado a un extremo de la alta puerta de madera, pero que ya no lo identifica sino que sólo tiene como fin, anunciar el servicio de billares.
Ahora cuando los años transcurrieron y su gloria se quedó con la nostalgia de quienes aún lo añoran, este viejo que ya perdió el brillo de la juventud se encuentra silencioso y triste frente al parque Centenario. Desde ahí ve a las muchachas bonitas y a sus antiguos amigos que pasan de largo o sólo lo miran de reojo, sin detenerse un momento siquiera para escuchar las historias que tiene por contar.
Aún guarda como un eco lejano la música con la que enseñó a bailar a Bucaramanga cuando apenas era una joven y a su vez espera con paciencia que llegue el día en que ya no pueda sostenerse en pie y como una más de las tantas figuras caducas que reposan en la ciudad sea abandonado por siempre en el asilo del olvido porque irremediablemente -no supo en qué momento-, dejó de ser útil

sábado, 25 de octubre de 2008

Campaña de expectativa

Desde hace un par de días comenzó la campaña de expectativa con una serie de carteles que ofrecen una primera imagen (bastante vaga hay que decirlo) del proyecto a la ciudad. Dentro de las curiosidades con las que se suele uno topar cuando se trabaja con incertidumbre del resultado final, directamente dependiente de la respuesta del público, esta vez algunos transeúntes desprevenidos que se detuvieron ante las imágenes fueron asaltados con la pregunta “¿Que cree usted que es?” ante lo cuál respondieron, como era de esperar, con cosas totalmente disímiles, pero igualmente sorprendentes como: “Hacemos tropel para sacar del parque a los jíbaros y a los policías que los protegen”, “¿En donde xxxx queda en Centenario.. qué es?” “Ya era hora de que alguien se preocupe por ese parque, ni las inmobiliarias se quieren meter allá... uuy van a construir allá?”, “¿van a sembrar jardines… de qué?”, “Hacemos una logia como la de los Caballeros del Santo Sepulcro para defender el parque”, ““Memoria colectiva”, Yo sí que tengo muchos recuerdos! Vamos a chismear”, “Ustedes son artistas, ¿Van a pintar graffitis?, ¿Nos dejan pintar?”…….

jueves, 23 de octubre de 2008

Sabía usted que....

En Julio de 1910 fue oficialmente inaugurado el Parque Centenario de la Independencia, con gran cantidad de árboles, especialmente mangos (muchos de los cuales aún sobreviven) un kiosco lleno de arabescos, una fuente y un sapo gigante en la mitad del que manaba agua por la boca permanentemente. Un lujoso acto cívico patriótico tuvo lugar en esa fecha, a partir de la cual, la villa de Bucaramanga ostenta el título de Ciudad de los Parques.



miércoles, 22 de octubre de 2008

Generalidades del Parque

El parque Centenario, ubicado en el corazón de la ciudad de Bucaramanga, cuenta con una historia que data de la conmemoración del centenario de la independencia y se ha consolidado en una esfera contenedora de memoria urbana. Antes de la compra por parte del municipio y la creación formal del parque Centenario, el lugar, aunque privado, ya era un parque lleno de jardines y abierto al público al que acudía la comunidad en busca de recreación e intercambio social.
En su viaje por el tiempo, el Centenario fue sede de discursos políticos y conciertos, de un casi zoológico, de un centro comercial improvisado (Sanandresito) y del Terminal de Trasportes, vio pasar a su alrededor al primer Banco de la ciudad, a cuatro colegios, dos iglesias, un teatro, un cinema, un centro cultural y el Café Centenario, el más importante en la historia de Bucaramanga durante la primera mitad del siglo XX, todo esto, para terminar en un especio casi residual de la cuidad, un espacio marginado y olvidado.


miércoles, 15 de octubre de 2008

Nos tomamos el Centenario

Nos tomamos el Centenario es un proyecto que inicia con la memoria e investigación histórica del Parque Centenario y tiene por fin la recuperación de dicho espacio en la memoria colectiva de los habitantes de Bucaramanga. Propone el encuentro de tres perspectivas: la historia y memorias de quienes vivieron el parque, la mirada del artista y el reencuentro con el parque por parte de los herederos del espacio.
Así, atendiendo a la necesidad de crear espacios no solo de encuentro sino de interacción social, las historias del parque serán narradas por quienes lo vivieron, artistas de diferentes disciplinas ofrecerán un espectáculo que narre una postura personal frente al espacio, y el público asistente, habitantes de la ciudad que ya no reconocen el parque como un espacio “que se puede visitar”, entran a formar parte del intercambio social ofreciendo algo al parque, una historia ocurrida allí, una idea para intervenir el parque, un buen deseo para el futuro, un poema, un cuento, una flor o cualquier cosa que quiera dejarle al parque, a su historia o a la gente que lo habita.